domingo, 30 de agosto de 2020

Reseña: Abismos temporales. Feminismo, estéticas travestis y teoría queer

 

RESEÑA

Abismos temporales. Feminismo, estéticas travestis y teoría queer.

Autora:Nelly Richard

Santiago de Chile, ediciones/metales pesados, 2018

 

*Karen Glavic

 

Abismos temporales. Feminismo, estéticas travestis y teoría queer de Nelly Richard comienza sin aviso previo. Aterriza como primera estación en el texto “Seducción / Sedición” que fuera leído en la inauguración del Congreso Internacional de Literatura Femenina Latinoamericana de 1987 sin prevenciones. Sin más prevenciones que el título que agrupa los ensayos del libro y un índice que circula en torno al cuerpo, la palabra, los desplazamientos, un nombre propio -el de Lemebel-, las rarezas y excentricidades, las ideologías, las mujeres. Nada, tal vez, que no pudiera intuirse del título y de la trayectoria que Nelly Richard nos ha señalado sobre su propia escritura. No hay un prólogo que indique sus objetivos, que sincere a la autora con sus intenciones, no hay un primer señuelo que encauce la mirada.

 

¿A qué abismo de tiempo invita el libro? Una lectura previa a la propia lectura podría evocar la relación que la teoría queer ha establecido en torno al tiempo. La resistencia al futuro que proviene tanto de los relatos que rehuyen de la modernidad y el progreso, como aquella interpretación que la une a la pulsión de muerte y a la resistencia al futurismo reproductivo. Otros abismos podrían trazarse entre los conceptos que siempre en la pluma de Richard son tácticos, no exegéticos. Aquello lo recuerda su conversación con Jorge Díaz, donde reaparece su estilo: “yo no investigo, yo escribo ensayos”. Otro abismo lo designa el propio tiempo de los textos. Las décadas que unen y desunen la trama de las lecturas en torno a lo masculino y lo femenino, al género, a la insistencia en instalar la palabra feminismo en el espacio público.

 

La edición de Abismos temporales es un hilado fino. Un tejido que comienza en los ochenta del siglo pasado pero salta sin problemas entre décadas, momentos, reflexiones, anécdotas, complicidades, afectos, activismos, comentarios de textos, recuerdos. No hay tiempo lineal, no hay periodización estricta sino, mas bien, un agrupamiento en torno a tópicos presentes en la prolífica escritura de Nelly Richard, que recuerdan sus críticas en torno a la cultura, su siempre actualizado repertorio teórico, su mirada feminista. Son además textos sobre textos. Ese ejercicio de rescritura sobre ensayos pasados que convocados por alguna coyuntura son revisados, completados, fragmentados, rescritos. Nuevamente nos encontramos con una compilación de textos de Nelly Richard que circulan por sobre sus preocupaciones y ocupaciones teóricas: el trazado de su propio procedimiento deconstructivo, la puesta en tensión de los discursos y prácticas que domestican el potencial disruptivo del feminismo, y, para el caso, una particular atención y recopilación de escritos en torno a las estéticas travestis. Digo estéticas no sin precauciones, no se trata de retomar los debates extensos y polémicos en torno a sus construcciones o reconstituciones de escenas artísticas. Se trata más bien de recuperar al travesti como metáfora que permitió y permite desestabilizar y correr el límite entre lo femenino y lo masculino, binomio teórico y político que ha organizado a los feminismos ya sea para reafirmarlo o superarlo.

 

Esto último es interesante si pensamos sobre todo en la construcción del libro. En su puesta en escena. Volver a “Seducción / Sedición” podría fijar un principio no solo histórico, también una primera posición. Recordemos que el Congreso Internacional de Literatura Femenina Latinoamericana agrupó a mujeres en un gesto que se preguntaba por la ausencia de ellas en la escritura, y por la posible potencia disruptiva de “lo femenino” incorporado a priori en el cuerpo-mujer. Nelly Richard toma distancias, su famoso Masculino/femenino. Prácticas de la diferencia y cultura democrática publicado en 1993, tomará aún mayor posición en torno a la pregunta por el sexo de la escritura, y el peligro de hacer de la escritura de mujeres un reducto esencializado que repite los gestos que la autora describe como propios de la metafísica.

 

Y es que “las mujeres” fueron una potencia en dictadura. Una potencia que se organizó en función de correr los límites de la democracia que, para entonces, se exigía a través de la protesta en la calle, los extramuros de la reflexión, y también en reductos que luego allanaron el camino a la institucionalización académica de los estudios de género. Uso las comillas sobre la palabra mujeres, en el gesto de toma de distancia que Nelly Richard insiste en este y varios otros de sus trabajos. Las mismas que solicita cuando interpela y analiza el coloquio Por un feminismo sin mujeres que organizara el colectivo CUDS en el año 2010, en el cual participa con un texto incluido también en Abismos temporales. N. Richard se pregunta por la acción de expropiación que se observa a través del título de la convocatoria. Y es que “las mujeres” ya han sido puestas en cuestión por las comillas de la deconstrucción, por el posfeminismo en el que la autora sitúa su trabajo, ese que en sus procedimientos, ha tensionado las identidades fijas de lo masculino y lo femenino. Finalmente, el reclamo de Richard sobre el gesto desprevenido de titular al coloquio sin las comillas, pareciera apuntar a que sin querer se reafirma una identidad fija que ya ha sido deconstruida, y que, entre otros derroteros, ha “prestado servicios” a la propia teoría queer y su pretensión de un más allá del género.

 

El yo y el nosotras ya ha sido desestabilizado en la obra de Nelly Richard. Cualquiera sea la entrada a sus textos, es el flujo de lo que podríamos llamar ampliamente como deconstrucción lo que está a la base de cualquier referencia a las identidades sexuales. Esto no quita, por cierto, que las mujeres sean consideradas como sujetos sobre los cuales se concentran desigualdades y opresiones, ni tampoco se las excluye de su lugar de acción en el feminismo, sino que mas bien discute aquellas interpretaciones que las sitúan en una ontología victimizante, carentes de goce o demasiado alineadas con una forma de hacer política que no considere los vaivenes de las poéticas que provienen del arte o la literatura. Esta diferencia queda marcada en textos como “Rarezas y excentricidades” y “Perversiones semánticas y otras”, ambas dentro del tercer apartado que lleva por nombre Ideologías. Aquí otro salto temporal. Un hilado fino, decía antes. Un recorrido que va desde el recuerdo de la exhibición de un filme porno en el Día Internacional de la Mujer en plena dictadura, impulsado por Diamela Eltit y Lotty Rosenfeld, hasta la performance “Ideología” de Felipe Rivas San Martín que fuera censurada en el Centex de Valparaíso. El trazado en torno a la censura, la ideología y los límites del propio feminismo hace que este sea uno de los apartados más interesantes del libro. En general, Abismos temporales fluctúa entre aquello que Richard pensó, escribió y participó en los años ochenta y noventa, con lecturas y actividades presentes; en un ademán que pareciera intentar explicar que su preocupación en torno a lo trans y el travestismo que tuvo  domicilio primario en Dávila y Leppe, anticipó escenas que luego la teoría queer daría cuerpo. Una suerte de intuición respecto de lecturas que aún no llegaban, como la recepción tardía de El género en disputa de Judith Butler, por ejemplo. Lecturas metropolitanas sobre las cuales tampoco alardea o se alinea en torno a sus postulados. Siempre atenta, la autora pone resguardos sobre las diferencias entre la realidad latinoamericana y la hegemonía que han alcanzado los estudios queer en la academia norteamericana. Pone atención sobre los cambios de nomenclatura, las traducciones o transliteraciones (kuir, cuir), pero también distingue lo que podríamos llamar un activismo queer metropolitano de una disidencia sexual local. Ambas se cruzan, hay lecturas, inspiraciones, pero también espacios y tiempos propios.

 

El recorrido por la palabra ideología es importante en la compilación del libro. Resuena en la obra censurada de Rivas, pero también en la manera en que el feminismo fue aplanado por la palabra género durante los años de la transición. La sociología (aquella “transitología” con la que la autora ya se ha batido en varios conatos a lo largo de su obra) y también la institucionalización de los estudios de género y la creación del Sernam en los noventa, asentaron la ideología de un sintagma mujer equivalente a la idea de familia, que es brillantemente leído en “Perversiones semánticas y otras” como uno de los principales rasgos de la transición chilena a la democracia: la hegemonía discursiva de la Iglesia Católica en el debate sobre los “temas valóricos” a los que fueron reducidos los derechos de las mujeres. De la creación del Sernam y del debate en el Congreso que suscitó la Cuarta Conferencia de Beijing, Nelly Richard es capaz de trazar un hilo que en la ideología llega hasta el “bus de la libertad” (bus del odio) impulsado por personajes anti derechos como Marcela Aranda, y la “performance travesti” del senador Felipe Kast que disfrazado de mujer realizara un video de campaña para “empatizar” con la situación exclusión y violencia diaria que viven las mujeres. Claramente, Richard distingue la apropiación del disfraz del desplazamiento metafórico que realiza el travestismo. No es lo mismo un disfraz que encubre y lleva a un segundo plano a las mujeres, que el despliegue performativo y político de la figura del travesti.

 

Abismos temporales es también un intercambio amistoso, afectivo. Esta hebra que es posible de encontrar en buena parte de los textos de Richard, se encuentra aquí en la conversación con Jorge Díaz que pone al día el Congreso de Literatura Femenina, en la entrevista a Pedro Lemebel que apareciera originalmente en la Revista de Crítica Cultural en 2003, en las alusiones cómplices a los eventos e intervenciones realizadas con mujeres en los ochenta y noventa en La Morada, en la proyección de Paris is burning junto a Víctor Hugo Robles en la discoteca Naxos, las palabras agradecidas a entrañables y admirables autores como Jean Franco o Néstor Perlongher, que dan cuenta no solo de inspiraciones teóricas, sino que también de genealogías feministas en lo intelectual y lo militante.

 

La profundidad de estos Abismos temporales aportan a una mirada transversal sobre el presente, con vaivenes históricos que fluyen desde el pasado, que permite observar la potencia que el pensamiento y la militancia feminista ha logrado en los últimos años. El camino cimentado por las acciones políticas y la reflexión teórica que proviene desde los ochenta, permite entender y seguir movilizando una tarea que hoy por hoy no está acabada. Nelly Richard es insistente cuando de usar la palabra feminismo se trata, pues atribuye a la hegemonía noventera del género, buena parte de los silenciamientos y apaciguamientos de la explosión crítica de los ochenta. Hoy el feminismo no está menos amenazado aunque fluya firme en mareas y olas, la puesta en distancia de las comillas sigue siendo necesaria para las mujeres, para evitar esencialismos, para luchar contra los biologicismos, para evitar la lectura acrítica de la teoría queer metropolitana. Abismos temporales es también una suerte de reconciliación que no niega la trama de las tensiones. Las imágenes travestis que han inspirado a Nelly Richard conviven esta vez en un mismo texto: Dávila, Leppe y las Yeguas del Apocalipsis dialogan entre ellas y con sus devenires y predecesores queer, pospornográficos, disidentes, performeros, seductores.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Presentación de La Universidad sin atributos de raúl rodríguez freire

  Presentación La universidad sin atributos Santiago de Chile, ediciones Macul, 2020. Autor: raúl rodríguez freire 1...